¿Para que sirve la adolescencia? La verdad es que es un periodo de confusión, lleno de esquinas y momentos dolorosos y del cual salimos normalmente tan confusos o más que cuando llegamos a ellos. Algunos dirán que es una etapa de aprendizaje, de ensayos y errores, que necesitamos romper con lo que somos o creemos ser para construirnos de nuevo, vale, todo eso está muy bien pero, ¿y si tras la adolescencia no nos espera nada mejor? Si los adultos son básicamente niños con tarjeta que no saben muy bien qué hacer con su vida salvo, en el mejor de los casos, estropear la vida de sus hijos, ¿querrías ser uno de ellos?
No se si este tipo de preguntas se las haría James Sveck, el protagonista de Algún día este dolor te será útil (Peter Cameron, Libros del Asteroide), pero lo cierto es que se enfrenta a su existencia y a la vida de los demás con una lucidez impropia de sus dieciocho años. James no tiene amigos, a él no le gusta relacionarse con la gente de su edad (de hecho, no se relaciona prácticamente con nadie), solo quiere que lo dejen en paz, comprarse una casa muy lejos, en el medio oeste americano, algo impropio de un neoyorkino como él. Su visión de las cosas y las personas contrasta con la de los que le rodean, sus padres, su hermana Gilliam, el tipo que dirige la galería de su madre. Solo le gusta estar realmente con su abuela y sabe, aunque no de manera clara, que él no está bien.
Durante el verano de 2003, James se mueve en un tiempo de preguntas sin respuesta, entre su visión irónica y acerada de la ciudad y de su vida, entre su rechazo a ir a la Universidad, a moverse de donde está, a dejar de ser lo que ya es, a ser algo que percibe que no le gusta. Los demás lo ven como un bicho raro, un "inadaptado", intentan ayudarlo pero no saben como. La sombra de los que lo rodean y el pasado reciente de su ciudad se mezclan e su interior como un cóctel que solo le proporciona dolor y a lo que responde con manías, la precisión del lenguaje, la búsqueda de la soledad y los libros.
La novela de Cameron es un laberinto donde surgen muchas preguntas, donde se nos plantea sobre la necesidad (o no) de crecer, sobre todo si no estás seguro de que sea lo más sensato. Acecha la sombra del 11 de septiembre como un rumor (terrible) de fondo, y al mismo tiempo que nos hace sonreir se clava en la memoria una sensación de suave melancolía.
Escrita con un lenguaje preciso y evocador, es una historia que se lee en un momento, que fluye hacia nosotros y que nos hace desear, como se dice en las últimas páginas del libro, ser amigo del tipo que ha contado esta historia y lo hecho tan bien.
Durante el verano de 2003, James se mueve en un tiempo de preguntas sin respuesta, entre su visión irónica y acerada de la ciudad y de su vida, entre su rechazo a ir a la Universidad, a moverse de donde está, a dejar de ser lo que ya es, a ser algo que percibe que no le gusta. Los demás lo ven como un bicho raro, un "inadaptado", intentan ayudarlo pero no saben como. La sombra de los que lo rodean y el pasado reciente de su ciudad se mezclan e su interior como un cóctel que solo le proporciona dolor y a lo que responde con manías, la precisión del lenguaje, la búsqueda de la soledad y los libros.
La novela de Cameron es un laberinto donde surgen muchas preguntas, donde se nos plantea sobre la necesidad (o no) de crecer, sobre todo si no estás seguro de que sea lo más sensato. Acecha la sombra del 11 de septiembre como un rumor (terrible) de fondo, y al mismo tiempo que nos hace sonreir se clava en la memoria una sensación de suave melancolía.
Escrita con un lenguaje preciso y evocador, es una historia que se lee en un momento, que fluye hacia nosotros y que nos hace desear, como se dice en las últimas páginas del libro, ser amigo del tipo que ha contado esta historia y lo hecho tan bien.