domingo, 4 de mayo de 2008

Frontera


Creo recordar que cuando Star Trek comenzaba, una voz en off decía, con tono solemne: El espacio, la última frontera. La verdad es que disiento de esta consideración. La verdadera última frontera es el cuerpo, nuestro cuerpo, envoltura, sustancia, pesadilla, goce, estandarte de lo que siempre los otros llaman normalidad. Por que esta es una regla sencilla, somos normales en la medida en la que somos como los demás, y no hay un medidor más contundente de lo que somos que el cuerpo, nuestro cuerpo.


Por eso, cuando nuestro cuerpo no es como los demás, cuando algo no es como creemos que debería ser, traspasamos una frontera tan invisible como sólida que nos coloca más allá de donde quisieramos estar.


Ahora bien, ¿cómo se hace un cuerpo? Por que, bien mirado, nuestra carne es el resultado de un elaborado proyecto de ingeniería que lleva sufriendo modificaciones y supuestas mejoras durante unos cuantos miles de años. Las bases de ese proyecto son nuestros genes, los cuales son al mismo tiempo los arquitectos y los primeros ejecutores. En el desarrollo de nuestro cuerpo se ponen en marcha infinidad de mecanismos que conseguirán que seamos como somos, mecanismos sometidos a múltiples variables que pueden o no llegar al final buscado. Cuando uno de esos mecanismos falla se produce una mutación y el organismo que la sufre es un mutante.


Las palabras mutación y mutantes suelen llevar asociadas connotaciones generalmente negativas pero es importante saber que todos somos mutantes. Esos fallos nos suceden a todos, aunque no siempre esos fallos son decisivos para nuestra supervivencia o nuestro aspecto. Esos cambios pueden ser mínimos, o bien pueden manifestarse a una edad avanzada.


De todo eso habla un libro perturbador, Mutantes, de Armand Marie Leroi (Anagrama). En él contemplamos los resultados de estas mutaciones, las enfermedades y anormalidades que provocan, no como un fin en sí mismo sino como el camino hacia el conocimiento de nuestra propia ingeniería, la genética del desarrollo. El error puede enseñar mucho, y aquí se muestras errores en nuestros huesos, en nuestra envoltura, en nuestro sexo, errores que nos hacen vivir y errores que nos matan.


Es una lectura arriesgada, por que de una forma extraña nos obliga a mirarnos en el espejo de lo que realmente somos, y de como ese espejo ha ido evolucionado a lo largo de la historia hasta el lugar de preguntas en el que ahora estamos.


jueves, 1 de mayo de 2008

Sufrir


Hay libros que se saborean, al tiempo que uno los lee. Y ese sabor que uno percibe al leer define la relación que establece con el libro. He terminado esta tarde Caos Calmo, de Sandro Veronesi (Anagrama), y se que el sabor melancólico y dulce que me ha provocado estos días perdurará, como la memoria de los personajes y situaciones que llena el libro.

Esta es una historia sobre la aceptación del sufrimiento en estos días de velocidad e histeria. El prota, Pietro Paladini ve como en el mismo día casi se muere salvándo a una mujer de un seguro ahogamiento mientras que su compañera Lara se muere de verdad. ¿Cómo se hace frente a ese dolor? Pietro, de una forma extraña, cree no sufrir, como tampoco cree que lo haga su hija Claudia, de diez años. Comienza el curso y él decide permanecer junto a su hija, a las afueras de su colegio, cada día, mientras que su empresa comienza a enloquecer en los vaivenes de un proceso de fusión. El gesto de Pietro le convierte, de forma involuntaria, en depositario del dolor de los que le rodean, que se acercan hasta él para contarle, mientras pasan los días y su propio sufrimiento parece no existir.

En las peripecias de Pietro hay un retrato de todos nosotros, y de nuestra huida del dolor. Vivimos en una sociedad que exalta el placer y la fisicidad que lo que nos rodea, que se mueve sin apenas reflexionar y que solo accede a la superficie de aquello que siente. Pietro, en su inmovilidad, reflexiona sobre sus actos, pero al mismo tiempo parece huir de lugares incómodos de sí mismo, lugares que tendrá que visitar aunque no sepa muy bien por qué.

La novela posee una prosa bellísima, y se plantea como un largo monólogo dirigido a nosotros, un monólogo donde entra lo personal, el caos de lo que nos rodea y nos refleja, con los movimientos económicos que actúan de transfondo de algunas de las debilidades (y triunfos) del protagonista. Esta es una historia triste que contiene momentos muy divertidos, donde encontramos muchos registros y personajes y donde Veronesi crea un retrato desconcertado de lo que somos y de cómo actuamos, nada de gloria y muchas preguntas por resolver.

Postdata: en nada, se estrena la versión cinematográfica de la novela, con Nanni Moretti de protagonista.