sábado, 27 de octubre de 2007

El sistema periodico


Pocas veces he encontrado libros que sean capaces de combinar el rigor de la discusión científica sobre un tema concreto junto con la belleza de la creación literaria. Son reglas distintas las que juegan en estos campos, la creación pura y la discusión clara y precisa para plantear y resolver problemas científicos. Pero a veces encuentras algo en un punto intermedio entre esos dos extremos, algo que posee belleza, rigor, una extraña comprensión.

Todo esto, junto con una visión del dolor y de las tragedias cotidianas y muchas cosas más se esconden en El sistema periódico, libro de Primo Levi editado por El Aleph. Levi, además de escritor fue químico, judio y superviviente de Auschwitz (historia ésta que contó en Si esto es un hombre) y además trabajó buena parte de su vida al frente de una fábrica de pinturas. En El sistema periódico, Levi repasa en un anecdotario-crónica, aspectos de su vida a la luz de su amor por la Química. Así, con el nombre de diferentes elementos nos encontramos engarzados historias de química, historias de Primo Levi, y la historia de su siglo y de sus terribles movimientos. También están presentes la fantasía y la creación, los recuerdos terribles y el paso del tiempo, las dificultades para abrirse paso en un mundo recién salido de la barbarie, enigmas planteados por la materia y sus trampas, el peso del dolor, lo infinito de la naturaleza humana y sus luces y sombras.

Un libro extraño, precioso, no un tratado de Química (aunque creo que debería de ser leído por los químicos), una suma de trozos de vida, que comienza con los gases nobles y recuerdos de los antepasados de Levi y su particular lenguaje y acaba con el carbono y una descripción magnífica de las raíces de la vida.

domingo, 21 de octubre de 2007

Azotea


A veces tiendo la ropa en la azotea del edificio en el que vivo, a una altura de doce pisos. Las azoteas son lugares raros, apenas visitados por el resto de vecinos, y desde los que puedes mirar a la ciudad a tu alrededor con una perspectiva también rara. En mi caso, se ve todo el centro de la ciudad y la mayoría de los edificios de alrededor son más bajos, con lo que puedes ejercer de voyeur de forma gratuita, y así contemplar a la gente en la distancia íntima, cosa ésta que, al menos a mí, me produce un súbito pudor que me lleva a terminar ese ejercicio voyeuristico rápidamente. Prefiero los edificios, las líneas quebradas que se amontonan hasta convertirse en un fondo azulado o gris, tan lejos como lo están las montañas.

Esta mañana la luz era blanda y algo fria, y la ciudad tenía ese aspecto enojado que tenemos la mayoría cuando llueve y sabemos que el invierno está a punto de empezar. Pero la azotea es rara, como ya he dicho, y a pesar de esa luz a medio hacer, me he quedado mirando los edificios y el vuelo corto y un poco roto de unas camisas tendidas en otra azotea próxima. No se por qué.

domingo, 7 de octubre de 2007

Homenaje a Jack Skellington


Fui a ver Pesadilla antes de Navidad al poco de que se estrenara en España. La verdad es que no pude convencer a nadie para que se viniera conmigo a ver esta peli de "dibujos animados", que además venía bajo el paraguas de Disney. Y es que esto de que te gusten las pelis de dibujos o de animación, como se dice ahora, no es que tenga demasiado buen ver si tienes mas de doce años (yo tengo alguno más), salvo que sean japonesas o coreanas. El caso es que el cine estaba lleno de niños con papás y mamás que, claro, no sabían, como yo mismo ignoraba, la que se nos venía encima. Yo estaba entusiasmando con Tim Burton y también con Danny Elfman, y el hecho de que se uniera para esta peli, que se vendía como musical con un tema un tanto extravagante, a mi me intrigaba mucho. Además, antes de la peli, proyectaron un corto de Burton, Frankenwinnie, sobre un niño que pierde a su perro al que resucita, cual doctor Frankenstein, con consecuencias imprevisibles. A mi ya me encantó aquel corto en blanco y negro donde Burton hace una mezcla maravillosa entre lo infantil y lo macabro, pero es que cuando comenzó Pesadilla antes de Navidad, me quedé asombrado. Muchos niños no aguantaron hasta el final de aquel delirio tenebroso y feliz pero yo no pude despegarme de la pantalla hasta el últimisimo de los créditos y salí del cine preso de una admiración que todavía dura.
No voy a contar los detalles de la historia de Jack Skellington pero sí diré que esta historia nació a contracorriente, y creo que nadie en Disney sabia muy bien lo que queria hacer el tipo de los pelos raros, pero pasado ya un tiempo, ésta película se ha convertido en una de esas joyas desconcertantes que aparecen muy de vez en cuando.
La fama de la peli creció, sí, pero más lo hizo la popularidad de Jack Skellington, al que hoy se puede ver en camisetas, bolsitos, bolis, posters, y demás merchandisings que surgieron. El propio Jack llegó a aprecer en un videojuego (Kingdom Hearts) junto a otros personajes de Disney (!¡), y la imagen de su calavera burlona es conocida hoy en todas partes.
Yo me quedé enganchado a su voz cantarina (en realidad la de Danny Elfman en la versión original), y a su historia (muy transgresora, incluso para los standares de Disney), y he escrito este post como pequeño homenaje a su figura, que desde hace unos días me saluda desde una estantería en forma de muñeco, gracias a que Clara me lo regaló para mi cumpleaños.
Es inevitable pensar en Jack cuando Halloween se acerca por que, a fin de cuentas, él es el rey de las calabazas, el representante más certero de lo que significa esta fiesta tan americana y que hemos adoptado como hacemos con casi todo lo que viene de los USA. Pero en el caso de Jack, creo que ese triunfo es merecido. Es muy dificil no encariñarse de este personaje siniestro, sí, pero extrañamente entrañable, como ya le sudecía a otro hijo de Burton, Eduardo Manostijeras, aunque Jack no tiene ese aire trágico, con él nos lo pasamos francamente bien, y el ver su figura finisima y gris saludando desde la estantería siempre me pone de buen humor.
Asi pues, saludemos de nuevo al bueno de Jack Skellington y recordémosle que, de aquí a nada, volverá a reinar en la noche de Halloween.