sábado, 19 de enero de 2008

Portugueses 1. Cementerio de Pianos



Siento una extraña debilidad (bueno, todas las debilidades son extrañas), por los autores de literatura portugueses. De entre los más nuevos que han sido traducidos leí no hace mucho Cementerio de pianos, novela de Jose Luis Peixoto publicada en El Aleph. Lo que más sorprende en esta historia es cómo está contada: dividida en dos puntos de vista, padre e hijo de una misma familia, no sigue una narración lineal sino que muestra de forma desordenada la evolución de una historia que parece negarse a evolucionar. El padre es carpintero y, entre sus cometidos está el de reparar pianos, de los cuales posee una colección de esqueletos, fósiles, enfermos y moribundos en ese cementerio que da título a la novela. Su voz es la que nos cuenta, desde su muerte, nada más empezar la historia, la formación de su familia y la vida de sus hijos. Uno de ellos continuará su oficio y también será corredor de maratón. El hijo es la otra voz, la que nos lleva desde sus pensamientos durante una carrera a continuar hacia los posibles futuros.
Esta novela es de las que te deslumbran en la forma. Una vez que asumes como te son contadas las cosas logras avanzar, un poco a ciegas, recomponiendo una especie de puzle, donde las piezas son las vidas de unos personajes humildes, golpeados por unas vidas duras donde el dolor se mezcla de forma casi indistinguible a veces con la alegría. Es por ello una historia de contradicciones donde la prosa es magnífica, atenta a los detalles, con un ritmo que te lleva y te mece, que te golpea, que te hace cuestionarte la forma en la que miras a las criaturas de Peixoto y su paso por el amor y la muerte, las dos grandes ideas de una historia ambiciosa.
Si tuviera que ponerle pegas, está una confusión en algunos momentos que hace que no te creas algunos de los pasajes de la historia, y un peso (quizá) excesivo de la tragedia en la vida de sus personajes, como una losa de la que no hay escapatoria. Pero las pegas son resultado de la ambición de la novela, que es mucha, y de la juventud de Peixoto. En este sentido parece que a veces pasan cosas por que el autor así lo quiere, pero no pasan esas cosas simplemente por que tengan que pasar.
De nuevo, lo que más me ha sorprendido es el lenguaje, el retrato de unas vidas cotidianas y llenas de sombras, la idea de que el destino nos ata a una carrera sin sentido, cristales y también, donde menos te lo esperas, música de piano.

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