viernes, 2 de marzo de 2012

Pesadillas


El protagonista de Birlibirloque (o Hocus Pocus, como también se ha llamado, siendo fiel al título original), parece un adicto a la estupidez humana. Pero claro, dado que ésta abunda tanto, la verdad es que no hay que esforzarse mucho por encontrarsela. Así, Eugene Debs Hartke, por azares de la vida (y por culpa de una Feria de la Ciencia) se enrola en el ejercito de los Estados Unidos y acaba en Vietnam hasta que comenzó a salir excremento de los acondicionadores de aire, para luego ser profesor de física en un colegio de niños ricos con problemas de aprendizaje, profesor de "salvese quien pueda" en una carcel, alcalde de un pueblo fantasma y finalmente encontrase encausado por dirigir supuestamente una fuga multitudinaria de presos. En todas estas etapas Eugene se encuentra una y otra vez rodeado de la ferocidad de la estupidez que se repite sin cansancio. Él cuenta su historia desde la biblioteca de la que fue en origen esa escuela de niños ricos, ahora convertida en una nueva prisión, y su realidad, que daría para una tragedia pasada de rosca, esta teñida de un humor negrísimo que nos inquieta por que nos retrata con una claridad de detalles dolorosa.
Pocos escritores han contado con tanta furia y tanto vitriolo la sociedad norteamericana como Kurt Vonnegut. Este tipo, que sobrevivió al bombardeo de la ciudad alemana de Dresde y lo contó como sólo puede contarse el absurdo del horror en Matadero 5, ha sido siempre un cronista marciano y a contra corriente Utilizando recursos que van de la ciencia ficción a la disgresión histórica para enseñarnos que no hay nada inventado y que, además, da mucho apuro esto de ser un ser humano, como nos dice el protagonista, recorre la historia reciente de su pais desde una realidad alternativa que es la misma en la que vivimos con todos los detalles en colores brillantes, y nos recuerda, por si se nos había olvidado, que no hay donde agarrarse para salvarnos.
Ya se que los tiempos no están para alegrías (al menos, eso nos dicen), pero nunca está de más mirar las cosas y a las personas con la lupa de aumento de la ironía y el humor, y el que éstos sean tan negros como los de Vonnegut, y que la sonrisa se nos congele como cuando vemos las viñetas de El Roto, no hace sino confirmar que deberíamos leer a este autor por que, sea cual sea nuestro futuro, Vonnegut ya ha estado allí y se pudo reir de lo que vió como un poseso.

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