Debo reconocer que soy bastante compulsivo cuando leo. Si me gusta un autor que he descubierto por casualidad busco varios libros del mismo y trato de leérmelos de un tirón, así, a lo bruto. Me pasó con Paul Auster, del cual leí en un viaje a Santader su Pais de las últimas cosas en la edición de bolsillo de Anagrama en un mes de julio de hace algunos años, y tras quedar fascinado con ese libro, me leí tres más, y luego otro más, y otro, y así hasta Viajes por el Scriptorium. La última vez que me pasó esto fue con César Aira, del cual leí El mago y otros cuatro más el pasado verano. Pero quizás el autor que me ha dejado más noqueado y al cual vuelvo siempre es Antonio Lobo Antunes.
Si no recuerdo mal el primer libro que leí de este autor fue un librito que sacó Alfaguara en una efímera (y muy barata) colección que se llamaba Alfaguara 100 (ó 200). Este librito es Sonetos a Cristo, una selección de crónicas de Lobo Antunes. De ahí pasé a su Manual de Inquisidores en la edición de Siruela. Confieso que leí este libro por la portada de esa edición, en concreto por la fotografía de su portada que me dejó bastante intrigado. Una vez que pasé la portada, la cosa se puso seria. Este libro me dejó maravillado, y desde entonces he leido y leo a Lobo Antunes por que escribe en el lenguaje del tiempo detenido, por que crea universos en expansión.
Las dos ideas son intrigantes. ¿Qué significa tiempo detenido? Todo sucede pero en un segundo, un segundo que es un año, una vida, un rato, no existe la distinción entre presente, pasado y futuro, los tres son la misma cosa. En cuanto al universo en expansión, sus historias son un sin fín de detalles que se amplian a cada página, que se vuelven sobre sí mismas una y otra vez hasta convertirse en un dibujo intrincadísimo y complejo en el que nos guía a su capricho. Sus novelas son viajes, viajes desquiciados y densos hacia la soledad, la locura, el deseo, la muerte.
Debo reconocer que no entiendo sus historias, que no creo que tengan sentido, que me conmueven y me dejan exhausto, que me hacen sufrir y reir. Que me encanta leerlo.
Y que espero como agua de mayo su último (o penúltimo libro), Ayer no te ví en Babilonia.
Si no recuerdo mal el primer libro que leí de este autor fue un librito que sacó Alfaguara en una efímera (y muy barata) colección que se llamaba Alfaguara 100 (ó 200). Este librito es Sonetos a Cristo, una selección de crónicas de Lobo Antunes. De ahí pasé a su Manual de Inquisidores en la edición de Siruela. Confieso que leí este libro por la portada de esa edición, en concreto por la fotografía de su portada que me dejó bastante intrigado. Una vez que pasé la portada, la cosa se puso seria. Este libro me dejó maravillado, y desde entonces he leido y leo a Lobo Antunes por que escribe en el lenguaje del tiempo detenido, por que crea universos en expansión.
Las dos ideas son intrigantes. ¿Qué significa tiempo detenido? Todo sucede pero en un segundo, un segundo que es un año, una vida, un rato, no existe la distinción entre presente, pasado y futuro, los tres son la misma cosa. En cuanto al universo en expansión, sus historias son un sin fín de detalles que se amplian a cada página, que se vuelven sobre sí mismas una y otra vez hasta convertirse en un dibujo intrincadísimo y complejo en el que nos guía a su capricho. Sus novelas son viajes, viajes desquiciados y densos hacia la soledad, la locura, el deseo, la muerte.
Debo reconocer que no entiendo sus historias, que no creo que tengan sentido, que me conmueven y me dejan exhausto, que me hacen sufrir y reir. Que me encanta leerlo.
Y que espero como agua de mayo su último (o penúltimo libro), Ayer no te ví en Babilonia.
1 comentario:
A veces me pasa lo mismo. Ahora estoy leyendo obras de Lobsang Rampa,son bueisnimas.
Me pasó también con Pablo Azócar, leí Natalia, e intenté leer otro, pero lamentablemente no encontré ninguno.
Espero que el tiempo se detenga para buscar y encontrar.
Saludos.
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