Uno de los personajes de la última novela de António Lobo Antunes, "Ayer no te vi en Babilonia", afirma que lo que esta novela contiene puede leerse en la oscuridad. Y en cierta forma no le falta razón. La oscuridad juega en diferentes niveles en esta mezcla de historias. Hay oscuridad exterior ya que lo que se nos narra es una noche de insomnio de tres personajes: Ana Emilia, la única nombrada, una mujer obsesionada con la ausencia de su hija, un policía salazarista y una enfermera, un triangulo que se va ramificando hasta abarcar muchos otros rostros e historias. También hay oscuridad interior, pues lo que se nos cuenta es una especie de confesión o delirio, suma de momentos pasados que buscan tanto una comprensión que no llega como una especie de perdón. Los tres personajes avanzan a ciegas en estas oscuridades, se confunden (y nos confunden), sus relaciones son complejas, sus motivos difíciles, tropiezan con las palabras y los recuerdos, con la violencia terrible de sus vidas (una violencia que, aunque no es explícita, casi siempre está presente de un modo angustioso), el tiempo no existe para ellos ya que las horas que van pasando no son sino una mera referencia donde se despliegan todos los tiempos, los reales, los imaginados y los imposibles.
Como en todas las obras de Lobo Antunes, la voz narradora es dificil de indentificar. Además, conforme avanzamos, el propio autor nos da ideas sobre el proceso de su escritura, aparece en el texto con acotaciones sobre lo escrito, sobre quien es, sobre el proceso de las historias que va escribiendo. La voz miente, recrea, sueña, nos cuenta y se arrepiente, la voz se duele, nos duele con sus momentos pasados, busca, sobre todo busca si no entenderse, al menos un poco de paz que no sabemos si llega pues como siempre, amanece y las oscuridades de repente se hacen impenetrables.
Sobre el argumento, mejor no decir gran cosa. La trama no es relevante (al menos no de forma decisiva), en esta novela. Sobre la prosa, que es bellísima, llena de imágenes fulgurantes y de momentos espléndidos. Sobre este libro, que es un laberinto donde perderse es al mismo tiempo terrible y hermoso.
Como en todas las obras de Lobo Antunes, la voz narradora es dificil de indentificar. Además, conforme avanzamos, el propio autor nos da ideas sobre el proceso de su escritura, aparece en el texto con acotaciones sobre lo escrito, sobre quien es, sobre el proceso de las historias que va escribiendo. La voz miente, recrea, sueña, nos cuenta y se arrepiente, la voz se duele, nos duele con sus momentos pasados, busca, sobre todo busca si no entenderse, al menos un poco de paz que no sabemos si llega pues como siempre, amanece y las oscuridades de repente se hacen impenetrables.
Sobre el argumento, mejor no decir gran cosa. La trama no es relevante (al menos no de forma decisiva), en esta novela. Sobre la prosa, que es bellísima, llena de imágenes fulgurantes y de momentos espléndidos. Sobre este libro, que es un laberinto donde perderse es al mismo tiempo terrible y hermoso.
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